"(...) El autoritarismo de Onganía impactó tanto en la juventud, que las agrupaciones universitarias se abrieron en un intento profundo en torno a la alternativa de reforma o revolución. Así, señala Mónica Gordillo en el Tomo IX de “Nueva Historia Argentina”, a partir de la lucha por la recuperación de los centros de estudiantes, iniciada en 1966, comenzó a perfilarse la necesidad de un cambio del sistema y de la unidad con el resto de los sectores populares. Las agrupaciones estudiantiles comenzaron a ser, además, organizaciones políticas, que trabajaban también en otros ámbitos. La tendencia general apuntó a no luchar solo por el cogobierno, sino directamente por la revolución, a la que se llegaría por diferentes vías, pero que era vista como meta de casi todas las agrupaciones.
Así, esas agrupaciones (en especial, las de izquierda) comenzaron a conformar brazos armados que apoyaban la acción política. Por ejemplo: en 1967, un desprendimiento del Partido Comunista constituyó el PC-CNRR (Comité Nacional de Recuperación Revolucionaria), luego Partido Comunista Revolucionario (PCR). Otras agrupaciones fueron:
• ELN (Ejercito de Liberación Nacional), cuyo objetivo era confluir con las fuerzas del “Che” Guevara en Bolivia;
• PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), que derivó luego en 2 movimientos:
• PRT “El combatiente”, que desembocaría luego en la organización armada ERP (Ejercito Revolucionario del Pueblo), y
• PRT “Verdad”, que confluiría luego en el Partido Socialista de los Trabajadores;
• FAL (Fuerzas Armadas de Liberación); entre otros que luego mencionaremos.
Estos últimos fueron los que realizaron la primera acción de guerrilla urbana el 5 de abril de 1969, al atacar un “vivac” perteneciente al Regimiento I de Infantería Motorizada de Patricios en Campo de Mayo.
La vía revolucionaria para tomar el poder estaba ya consolidada entre algunos sectores. Onganía actuó como precipitador, en la medida en que en su gobierno se crearon las condiciones para la construcción de una percepción de injusticia, que era necesaria para el pasaje a la acción.
Dice Gordillo que tendrían que aparecer detonantes que convirtieran la injusticia sectorial en injusticia colectiva. Y esto es precisamente lo que ocurre a partir de 1969.
Ese año fue el principio del fin para la dictadura de Onganía. Dos acontecimientos fueron fundamentales para su caída: el “Cordobazo” y el “Rosariazo”, hechos que pusieron de manifiesto la ampliación del marco de la pelea, pasándose de una protesta obrera a una rebelión popular, y poniéndose en escena nuevos repertorios de confrontación que adquirieron ese año la modalidad de insurrecciones urbanas.
Diversos hechos pusieron de manifiesto el descontento popular que desembocó en el cordobazo. Por ejemplo, una marcha que se realizó para solicitar que se pagaran los jornales adeudados a los trabajadores; también, hubo huelgas de hambre de estudiantes universitarios en San Miguel de Tucumán y otras tantas en el norte de Santa Fe. Otro punto de conflicto fue un proyecto presentado por el gobernador de Córdoba, que pretendía crear un esquema corporativo: el Consejo Asesor Económico. También contribuyó el aumento de impuestos municipales y a la propiedad, los cuales agravaron el malestar de la clase media, profundamente afectada por la falta de libertades democráticas. Otro de los problemas no resueltos era el de las “quitas zonales”, por el cual los trabajadores de Córdoba cobraban menos que sus pares de Buenos Aires. También, se abolió el “sábado ingles”. En el plano universitario, fueron asesinados varios estudiantes en Corrientes y en Rosario, como consecuencia de las manifestaciones allí producidas, en especial las que repudiaban los hechos de represión.
De esta manera, el 26 de mayo se decretó el paro general. En Córdoba se decidió que fuera de 48 horas. Comenzaba el “cordobazo”.
El abandono de fábricas el 29 de mayo fue masivo. Lo mismo ocurrió con los trabajadores públicos y con los que pertenecían a la Empresa Provincial de Energía de Córdoba, donde el acatamiento fue total. La violencia represiva ejecutada por la policía dejó como saldo un muerto.
El asesinato del obrero hizo que vecinos de clase media se lanzaran a la calle, repudiando no solo la represión sino también los tres años de orden constitucional roto, un signo más de violencia institucional. Se incendiaron las oficinas de Xerox, una concesionaria de Citroën y muchos otros negocios. Se quemaron también autos y se saqueó el Club de Suboficiales, con el fin de destruir los elementos allí existentes.
Córdoba era una ciudad tomada. A la tarde intervino el Ejército. Pasados los dos días de protesta, las propiedades destruidas eran considerables, al igual que la cifra de muertos y heridos, que ascendían a doce y noventa y tres, respectivamente. El Gobernador Caballero renunció.
El Cordobazo cristalizo el cuestionamiento al régimen ya iniciado por diversos sectores de la sociedad. (...)"
Este es un pequeño fragmento de un trabajo que hice para la facultad. Nada nuevo, nada original... solo hechos de una historia que anhelamos futuro.
Y de yapa, un debate. Agustín Tosco, el máximo referente sindical de esas jornadas, vs. Rucci. ACÁ.
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Hace 8 horas
2 comentarios:
Gracias
de nada... gracias a vos por comentar y por agradecer...
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