1 de junio de 2009

La república de los sueños


Cascadas de miel. Lava íntegra de la virtud. Ríos consensuados se atraviesan, sus olas dialogan al pasar, al rozarse; su espuma converge en unanimidad chapucera. Oh, pampas verdes de júbilo cívico, sed a nosotros lo que tú eres al espíritu rural. Nutridnos queremos de la clorofila celestial y de tu humus agroexportador. Rompe con los impíos.


Oh, república, te quiero pasto de esta pradera decadente, peronacha.


Hada urbana de la ciudadanía perdida, recupera para nuestro país la brisa moral que otrora sentimos rostro.


Hace cien años teníamos un proyecto de país. Era un proyecto que buscaba incluir a la Argentina en la División Internacional del Trabajo. Era un proyecto que apostaba, en su ruleta, “granero” a cabeza. Era un plan que nos incluía como satélite al ámbito económico mundial. Pero no importaba, ni parece importar hoy. Por lo menos teníamos un proyecto. Éramos moral, república, granero, subsumisión, y decíamos tener un "proyecto"; un proyecto que no nos proyectaba, pero igual gozábamos con él, y lo llamábamos así: “proyecto”. Como él, que estuvo ahí sentado, en la mesa de la hermana de mi asesorada, comentando que hace 100 años disfrutábamos de un proyecto.


Y él también habló a la vera de ese almuerzo, diciendo que quiere república, afirmando sin que las pestañas se le muevan de lugar: “yo no podría decirle a Norma Morandini, siendo diputada, qué votar, porque ella es libre de hacer lo que quiera”. ¡Oh! He aquí la república. Mi republica. La república de mis sueños. Vea al arcángel San Gabriel bajando de los cielos para posarse sobre la bancada congresal. Recojamos su pan angelical y merendemos por la república, ignorando con impaciencia la mentira con la que pretenden ungirnos los que abogan por un cambio, que si pudiéramos identificarlo con la caja de velocidades de un automóvil, veríamos que no es más que la reversa

.

Esta es la ilusión purista de quienes ignoran la naturaleza de todo alineamiento partidario, un indudable clásico en las verdaderas repúblicas, esas que son anheladas con gritos jocosos por el clown de la oposición, y compañía.


¿Se hace una república sin alineamiento partidario en el parlamento?


¡¡Si!! ¡En la República de los sueños, SI!


En la república que visionan los republicanos argentinos, ¡¡ SI !!


¡La república que los parió! ¡Adalides mundiales de la planificación irreal!

¡Requerimos bibliografía sobre ese parlamentarismo dialoguista de singular autodeterminación de cada legislador, que pintan en TV, cual Van Gogh pincelaba sus girasoles!


¿Acaso los diputados de la oposición no votan en conjunto?

¿Acaso se aceptan los disensos internos en los partidos republicanos opositores?

¿Cuántas voluntades individuales de la UCR votaron a favor de la estatización de los fondos previsionales?

¿Cuántas voces autodeterminadas de la oposición dieron su apoyo a las retenciones móviles?

En cambio... ¿Cuántos diputados ex – oficialistas mutaron de posición?

¿Dónde se encuentra la Obediencia Debida, entonces?


Ahhhh!, pero yo deseo esa república. Un Congreso de algodón, con bancas de cristal, diputados y senadores buenudos, sentados a la derecha del Padre, un Ave María antes de cada votación, manos estrechadas, dos besos (y hasta tres) en la mejilla, una reverencia telermaniana, galera y levita, un ¡salud! luego de cada estornudo, carcajadas acotadas, saco cruzado abrochado; y sobre todo, deseo la paz mundial... oh, si... la paz mundial.

2 comentarios:

ElOtroCampo dijo...

y que viva el dotor!!!
capaz que resucitan a los caudillos del 1920!!!!
saludos!

Javier Noguera dijo...

muy bueno! Muy bueno el blog. No lo conocía, aquí te dejo otra de las andanzas de Mirtha:
http://nogueradetucuman.blogspot.com/2009/06/cobos-pasa-de-manos-de-tinelli-las-de.html
Saludos desde Tucumán.