Manual de Procedimientos para un día en la vida de Fernando Iglesias

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MANUAL DE PROCEDIMIENTOS PARA UN DÍA EN LA VIDA DE FERNANDO IGLESIAS

A las doce de la mañana, insomne, afirme que la democracia es la base de la libertad de los pueblos y asegure que está en marcha un complot contra las instituciones cuyo objetivo es promover la permanencia en el Poder de Néstor Kirchner. A la una, enójese porque los sectores sin estudios universitarios completos votan en contra de los candidatos de la Coalición Cívica y afirme que el pueblo es culpable de la derrota electoral de su partido, y no Lilita, ya que solo ella es capaz de comprenderlo todo, intuitivamente y sin necesidad de “peronistas” que la confundan.

A las dos de la mañana, dándose aires de superioridad moral, afirme que las clases medias son la sal del mundo y señale que las clases bajas son irremediablemente fascistas, y que están sometidas a las garras del clientelismo político. A las dos y media sorpréndase –privadamente- por el fracaso electoral de su propuesta política, y afirme que por culpa de los pobres no podrá sacar a los pobres de la pobreza.

A las tres de la mañana, mientras se prepara un té de tilo, asevere sin dudar que los nac&pop son estúpidos, centrados en sí mismos e ignorantes de lo que pasa en el planeta, gracias al “fenómeno de la Globalización”. A las tres y media, terminado el té, denuncie el hecho incontrovertible de que el kirchnerismo quiere dominar el mundo entero.

A las cuatro de la mañana identifíquese como progresista y califique a sus adversarios de “brutos peronistas rentados y atrapados por el clientelismo”. A las cuatro y media comience la redacción de un proyecto de ley que suspenda la producción industrial, porque el futuro de la argentina es el Campo. En los fundamentos del proyecto sostenga que Kerner y Moreno forman parte de un plan de Lucifer para apoderarse de la Luna.

A las cinco de la mañana recuerde con nostalgia los años gloriosos en que Argentina era el “Granero del Mundo”, y deplore (íntimamente) la etapa de desarrollo del mercado interno y “sublevación de la negrada” propiciada por el peronismo. A las cinco y treinta, y en toda ocasión de auge que se presente, siga elogiando el consumismo de la clase media argentina pero niegue al único gobierno argentino que logró que los habitantes de este país puedan consumir masivamente y ascender socialmente.

A las seis de la mañana proponga a la globalización como base del desarrollo económico nacional y denuncie el auge del “castellano” como parte de una estrategia nacional de dominación cultural opuesta a la del “inglés” reinante. A las siete prepare a sus hijos para ir a la escuela pública a la que asisten, donde hablan castellano y cantan el himno argentino, y cuando vuelvan a casa recuérdeles que su futuro está en la Argentina, aunque pensar como argentino está mal. “La globalización y los países exteriores son mejores”, dígales.

A las ocho de la mañana, mientras pone la pava a calentar, proponga un escenario internacional de cacerolas y globalización, en el que todo el mundo se comprometa a luchar contra el flagelo del kirchnerismo. A las ocho y media, mientras toma mate, diga que la pobreza en el mundo se soluciona con más globalización, y con una Notebook para cada niño no peronista del universo.

A las nueve de la mañana descalifique al kirchnerismo por ser la nueva máscara del nazismo alemán. A las nueve y media diga en lo de Majul que los negros argentinos son unos ignorantes porque no votan a la Coalición Cívica. Llámelos “aluvión zoológico”.

A las diez de la mañana sostenga que la única economía real es la que depende del modelo Financiero y Agroexportador. A las diez y media difunda una gacetilla de prensa en la que se pida “un país para todos”.

A las once de la mañana, en una mesa de café, abogue por el pluralismo y mencione, frase de por medio, el infaltable “reconocimiento del otro”. Al mediodía, mientras charla junto a Patricia Bullrich, póngase de acuerdo con su compañera en que quienes no piensan como ustedes son kirchneristas ignorantes, rentados por Néstor y Cristina, y ajenos a las bondades de la globalización.

A la una de la tarde, antes de almorzar, deje sentado su compromiso con la democracia y su repudio a toda forma de dictadura. A la una y media, mándele una carta a todas las embajadas, intentando justificar el Golpe en Honduras, diciendo: “El caso extremo reciente de Honduras es prueba de que el sistema no tolera la vulneración de ambos principios.”

A las dos de la tarde repudie la violencia. A las dos y media salga en los medios luciendo una remera con la foto de Julio A. Roca y haciendo consideraciones nostálgicas sobre la Generación del ‘80.

A las tres de la tarde proponga para la Argentina la imitación de los modelos ejemplares de EEUU y Europa. A las tres y media preséntese a elecciones e intente ser un político argentino.

A las cuatro de la tarde, yendo para el trabajo, promueva la categoría de “genocidio” como forma aberrante y única de crimen contra la humanidad. A las cuatro y media, volviendo del trabajo, responda a un movilero de TN y compare a Néstor y a Cristina Kirchner, con Nicolae Ceausescu y su esposa.

A las cinco de la tarde, llegando a casa, pronúnciese contra del odioso, totalitario y antidemocrático Kirchnerismo. A las cinco y media, ya en casa, pegue en la pared de su habitación algunos posters de sus ídolos democráticos Aramburu, Frondizi, Arturo Illia, que ganaron las elecciones sin ningún tipo de proscripción ni ayuda militar.

A las seis de la tarde organice una campaña de e-mails a favor de la libertad de comercio, y exponga a EEUU como el mejor ejemplo a seguir. A las seis y media, justifique y comprenda la actitud del Gobierno estadounidense al bloquear a la isla de Cuba.

A las siete, como aperitivo, tache de su registro mental los crímenes del bombardeo a Plaza de Mayo, los fusilamientos de 1956, las barrabasadas cometidas por el golpe de 1955 y todos los episodios de la Historia que muestren las consecuencias de la aplicación de sus ideas a la realidad. A las siete y media ofrezca una sesuda conferencia de prensa en la cual afirme con tono sapiencial que la Historia “es cosa de tiempo atrás”, y destaque que ya no podemos vivir del pasado, que hay que mirar para adelante.

A las ocho de la noche afirme, con aires de erudito, que los Kirchner han puesto obstáculos insalvables a la evolución de la Argentina toda, y explique por esa causa el subdesarrollo de este país, que lleva dos siglos de vida. A las ocho y media, en lo de Sergio Lapegüe, reitere que la culpa de todos los males del universo recaen en la hegemonía del kirchnerismo, que gobierna este país desde hace apenas seis años.

A las nueve de la noche, en un acto íntimo de su agrupación, reafirme entre los suyos su odio visceral a las ideas nacionales, al desarrollo de la industria y del mercado interno. A las nueve y media, en lo de Chiche Gelbrund, propóngase “defender los intereses de todos los argentinos”.

A las diez de la noche, ya en pijama, denuncie las mentiras y contradicciones en las que se ve obligado a incurrir el kirchnerismo en descomposición. A las once, bien asesorado por los muchachos de Aurora, declárese Aguinista y preséntese en un panel con el destacado escritor, impartiendo conclusiones nada contradictorias, como “no incurrir en actos ilícitos” y “evadir impuestos como forma de resistencia”.

A las doce de la noche no sea flojo, no se duerma, no abandone ahora, en lo más lindo, el proyecto libertario y globalizador. Relájese, tómese una aspirina o lo que tenga a mano, y estará usted listo para ir de nuevo a lo de Majul.